La ley que acaba de aprobar el Congreso, que permite juzgar a adolescentes de 16 años como adultos, tiene más de preocupante que de solución real. Sí, la inseguridad es un tema urgente, pero esta medida se olvida de que los jóvenes en riesgo no viven en condiciones fáciles ni en un mundo ideal.
En lugar de invertir en programas que los saquen del mal camino desde el comienzo, el sistema decide encerrarlos y tirar la llave. ¿Soluciona algo? Poco probable. La verdadera solución no es hacer más cárceles, sino programas de rehabilitación juvenil y justicia restaurativa que les permitan corregir su rumbo. En serio, el problema se soluciona trabajando en las causas de raíz, no solo poniendo castigos.